Tras enterarse de que tiene una hija, mendigo comienza a trabajar duro para llevarla a casa del refugio – Historia del día

Dos años después de su ruptura, un hombre sin hogar vio a una amiga de su ex, quien le dijo que ella había dejado a su hija en un refugio. “¿Tengo una hija?”, preguntó sorprendido. “¡Voy a sacarla de ahí!”.

“¡Hola, cariño!”, dijo Kelvin, mientras entraba a su apartamento. “¿Por qué me pediste que volviera a casa temprano hoy? ¿Está todo bien?”.

Entró en su dormitorio y se sorprendió al ver a su novia empacando su ropa. “¿Vas a algún lado, Tina?”, preguntó.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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“Sí, me voy. Ya no puedo vivir contigo, Kelvin”. Tina cerró la cremallera de su bolso y lo arrastró cerca de la entrada del apartamento. “Javier está aquí para llevarme”, agregó.

“¿Javier? ¿Quién es Javier?”, quiso saber Kelvin. Podía sentir su corazón acelerarse. Tina había sido su novia durante dos años y recientemente se habían mudado juntos.

Se habían conocido en la tienda de comestibles en la que él trabajaba. Era el gerente cuando ella comenzó a hacer una pasantía allí; habían sido inseparables desde entonces. Vivir sin ella era algo que no podía imaginar.

“Javier es mi novio”, respondió Tina con frialdad. “He estado con él durante seis meses y ya no podemos estar separados. Trabaja como gerente en una de las empresas de construcción más grandes de la ciudad”.

“¿Cómo pudiste engañarme, Tina? ¡Confié en ti!”, gritó Kelvin. Le costaba creer que la mujer que amaba no quisiera estar con él. Ella había elegido a alguien más.

Kelvin vio con impotencia a su novia salir de su apartamento mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas. Pensó que vivirían juntos para siempre, pero el destino tenía otros planes.

Pronto, Kelvin empezó a irse al bar tras salir del trabajo. Allí, hizo amigos que eventualmente arruinaron su vida. En unas pocas semanas, perdió su trabajo y no pudo pagar sus cuentas, por lo que fue desalojado y terminó en las calles.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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“¿Kelvin? ¿Eres tú?”, escuchó una voz femenina familiar. Cuando levantó la vista, vio a una amiga de Tina de pie frente a él en la acera. “¿Qué te ha pasado?”, preguntó, sorprendida.

Habían pasado dos años desde la separación de Kelvin y Tina. Él había estado viviendo en las calles y comiendo las sobras del basurero.

“Sí, soy yo. Es una larga historia”, dijo Kelvin mientras se levantaba de la acera. Pudo ver lo confundida que estaba la amiga de Tina, así que decidió contarle lo que había pasado.

“Oh, Kelvin. ¡Me siento tan mal por ti!”, dijo la mujer. “Tina nunca me dijo que te había engañado con Javier”.

“Nunca imaginé que me dejaría, y me deprimí totalmente”, respondió Kelvin.

“Bueno, Kelvin, quería hablar contigo sobre algo. Me alegro de que nos hayamos encontrado hoy”.

“Claro, ¿qué querías decirme?”.

“Kelvin, ¿sabías que Tina estaba embarazada cuando se fue?”.

“¿Qué? No lo sabía”.

“Estoy segura de que no te lo contó. Tuvo una niña seis meses después que ustedes se separaron”.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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“¡Oh, Dios mío! ¿Piensas que soy el padre?”. Kelvin miró al vacío mientras intentaba asimilar la noticia. “Estoy seguro de que Tina nunca me dejará conocerla”.

“La situación es más compleja”, respondió la amiga de Tina. “Javier descubrió que la niña no era suya y presionó a Tina para que la diera en adopción. Así que ella dejó a la bebé en un refugio solo unos meses después”.

“¿Qué?”. Kelvin se tapó la boca y miró a la amiga de Tina con incredulidad. “¿Qué refugio es? ¿Puedes darme la dirección?”.

Al día siguiente, después de afeitarse la barba y conseguir ropa limpia, Kelvin entró al refugio para encontrarse con su hija. La recepcionista lo llevó a ver a una niña de un año y medio que se parecía mucho a él.

“¡Oh, Dios mío! ¡Mi preciosa niña!”, exclamó Kelvin, al borde de las lágrimas.

“¡Hola, princesita! Mira quién está aquí para verte”, le dijo la recepcionista a la hija de Kelvin. La pequeña lo miró con los ojos muy abiertos y luego sonrió.

“Hola, Sarah. Soy Kelvin. ¿Cómo estás?”, preguntó con ternura.

Cuando se quedaron solos, le dijo a Sarah que él era su padre y le prometió que regresaría pronto a buscarla. Sin embargo, no tenía idea de cómo podría encauzar su vida, después de haber estado en las calles por casi dos años.

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Al día siguiente, Kelvin visitó varias tiendas, y solicitó un trabajo como gerente. Mencionó su extensa experiencia en ese cargo. Pero su mal aspecto y la falta de documentos formales para probar sus palabras no hablaron a su favor.

Luego de varios rechazos, intentó conseguir un trabajo como limpiador, sin ninguna suerte. “¿Qué haré?”, se preguntó. Sabía que no podía rendirse porque la vida de su hija dependía de él.

Más tarde ese día, Kelvin decidió limpiar el área externa de las tiendas, con la esperanza de que los dueños de las tiendas apreciaran lo duro que estaba dispuesto a trabajar. Un anciano muy amable, dueño de uno de los establecimientos, decidió darle una oportunidad.

“Estaré aquí mañana bien temprano, señor”, dijo Kelvin antes de irse.

Al día siguiente, llegó a la tienda y trabajó como limpiador durante toda la semana. Sin embargo, esperó la oportunidad adecuada para contarle al dueño de la tienda sobre su experiencia laboral anterior, y, con suerte, acceder a un mejor cargo.

“He trabajado como gerente de tienda por varios años, señor”, dijo Kelvin. “Sin embargo, perdí todo lo que poseía después de un desafortunado incidente. Estoy dispuesto a trabajar muy duro y estoy agradecido por esta gran oportunidad”.

Después de eso, Kelvin continuó haciendo su trabajo. Mientras limpiaba, encontró una billetera llena de dinero en efectivo.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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“¿De quién será esto?”, se preguntó. Le dio la billetera al dueño de la tienda y le dijo que un cliente podría haberla perdido. Ni por un momento consideró la posibilidad de quedarse con ella.

“Yo dejé caer esa billetera allí, Kelvin”, respondió su jefe. “Quería ponerte a prueba y me complace saber que actuaste correctamente. Quiero ofrecerte el puesto de gerente de tienda”.

“¡Oh, mil gracias!”, dijo. “Prometo no defraudar su confianza”.

“¡Espero que aumentes las ventas jovencito!”, respondió el dueño de la tienda, con un guiño.

Kelvin trabajó con mucha dedicación, hasta que pudo ahorrar suficiente dinero para tener un hogar para su pequeña hija. En su tercer cumpleaños, pudo sacarla del refugio y llevarla con él.

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“¿Qué te parece tu nuevo hogar, mi princesita?”, preguntó Kelvin.

“¡Oh, papi! Nuestra casa es hermosa”, aplaudió Sarah. “Estoy feliz de estar aquí”.

Sarah abrazó a su padre mientras las lágrimas rodaban por las mejillas de Kelvin. Él continuó con su trabajo como gerente de una tienda. Gracias a esa hermosa niña había recuperado su vida y ahora eran una familia.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • No juzgues a nadie por su apariencia: Aunque Kelvin no estaba bien vestido, tenía las habilidades para administrar una tienda, pero nadie quería darle una oportunidad laboral. Por suerte, un amable hombre le dio un empleo y él no lo desaprovechó.
  • La verdad siempre sale a la luz: Aunque Tina le ocultó a Kelvin sobre su hija, al final se enteró de que la pequeña Sarah estaba en un refugio e hizo todo lo posible por rescatarla.

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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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